Viaje a Italia, día 7 de abril
Los días en casa de Pablo tocan a su fin, ya que en este día llegaban sus padres para otro tour aún más largo que el mío. Así que alquilamos un coche para ir a Milán a buscarlos, pero por el camino, en Maranello... Venga, aquí va una pista:
¡¡¡La Galleria Ferrari!!! Vamos, que para cualquier friki de los coches como nosotros, es como ir al cielo. Aunque el museo es pequeño y te clavan a la entrada, pero merece la pena. Todo lleno de los Ferraris más míticos.
Además, como al salir del museo íbamos a Módena a dejar a un amigo de Pablo y nos confundimos de camino (las señales allí son lo peor), pasamos junto a la fábrica Ferrari, y vimos las últimas pruebas por carretera de un modelo que está a punto de salir pero que aún no se vende. ¡Exclusiva!
Y bueno, al final llegamos (increíble) a Milán, algo tarde, pero llegamos. Quedamos con Pocho (más conocido por esos lares como Toni), y yo ya me quedé en su casa el resto del viaje.
Un último apunte: ¿por qué digo que es increíble que llegáramos a Milán? Por lo siguiente: allí las autopistas tienen 3 y 4 carriles, pero es que realmente hacen falta; van hasta arriba de tráfico, además los carriles son muy estrechos y entre ambas calzadas sólo hay un pequeño muro digno del peor tramo de la M-30. Y además hay dos inconvenientes: los italianos van a toda pastilla y no miran por los retrovisores. Vamos, ¡que conducen como el culo! ¡Ríete tú de los portugueses! Estuvimos a punto de darnos con uno que nos salió sin mirar cuando íbamos bastante rápido (Pablo dice que a 160, pero yo aseguro que íbamos más deprisa, porque fue cuando se dio cuenta de que llegábamos tarde al aeropuerto y se puso a acelerar); y en otro rato que íbamos semi-trankis, a 150 (veolcidad normal por allí), ¡¡¡nos adelantó un Twingo!!! Sobran las palabras.
2 comentarios
Chandler M. Bing -
Rocío* -
Por éso van a 180 por la vida, practicando por si algún día cae uno de esos diablillos rojos en sus manos!